Cuando les mostramos videos en Santiago los niños estaban algo indiferentes, por lo que me sorprende el entusiasmo del chico y voy tras él; con algo más de cuidado, pero feliz.
Llegamos al altar del jaguar y vemos todo desde lo alto: la selva, los palacios, la gente, tan pequeñita... y la empinada escalera de bajada.
Nos miramos. “¡Vamos!” dice riendo el niño, y desciende.
Lo sigo.
--- o ---
Este relato fue presentado a un concurso literario en mi gerencia: cuentos de temática estival y de no más de 100 palabras.
Agradable lectura.
ResponderEliminarUn saludo.