Para este post voy a reseñar parte de la serie de la Academia, de Jack McDevitt. Digo parte, por que no la he leído completa...
La serie se sitúa en el siglo XXIII. Hemos comenzado a dar pasos super lumínicos más allá de nuestro sistema solar, para descubrir que la presencia extraterrestre es una realidad, pero mayoritariamente histórica y arquelógica. Salvo el planeta Nok, con una especie que está en algo así como nuestro siglo XX (guerra mundial incluida) toda la evidencia apunta a sólo otras dos especies más:
- Los "Constructores de Monumentos", que estuvieron por estos lares, dejando monumentos a su propia existencia. Eran una especie que viajaba por el espacio y poco más se sabe: qué querían, qué fue de ellos o dónde están.
- Los también desparecidos habitantes de Quraqua, planeta terraformable, cuya civilización (que no salió al espacio antes de desaparecer) admiraba en una de sus lunas precisamente uno de los monumentos arriba citados, como una especie de mensajero del fin de los tiempos.
En medio de todo esto, la Academia terrestre, una ONG financiada por privados para expandir nuestros horizontes a partir de los descubrimientos hechos en el espacio, dirige las exploraciones espaciales destinadas al estudio y el conocimiento, en constante choque (era que no) con las corporaciones y gobiernos que buscan meramente la explotación económica del cosmos, la que se ve más bien obstaculizada que impulsada por los hallazgos arquelógicos: una situación equiparable a la construcción ¡histórica! del Metro de Roma.
La narración oscila, pues, entre los avatares y misterios de la exploración (xeno) arquelógica, su descubrimiento y estudio de las motivaciones, psique, cultura, etc. de inteligencias extraterrestres... y los riegos, peligros y hazañas que conlleva el hacerlo cuando poderosos intereses económicos y políticos entran en conflicto con tan delicada tarea.
Y hay algo más, que se impone en la narración, en la medida que avanzan los estudios arquelógicos, algo misterioso e inquetante: todas las ruinas tienen una data que sugiere que un cuarto agente, desconocido y ominoso, está buscando a las civilizaciones en nuestra galaxia y no para ayudarlas.
Es una serie que mira con una perspectiva muy original e interesante el tema del primer contacto, mediado en este caso por escasa evidencia y enormes distancias... y una cierta sensación de temor a lo desconocido. Los temas del poder y ambición corporativos, en cambio, no son una gran novedad.
Lectura muy recomendable tanto para quienes gustan de la arquelogía como para quienes se sienten atraídos por los viajes espaciales, la exploración de mundos nuevos... y sus inevitables peligros.
Por cierto: el título del artículo es un saludo bastante burlesco a quienes, aparentemente en serio, intenta hacernos creer ficciones basadas en supuestas evidencias arquelógicas, usando a este fin más una imaginación motivada por el lucro que el verdadero estudio serio en pos de nuevos conocimientos.
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