lunes, 10 de octubre de 2016

Quozl: la seducción como invasión

En esta ocasión reseñaré la novela de ciencia ficción "Quozl" del autor norte americano Alan Dean Foster.

Foster se ha hecho un nombre (y parte de su fortuna) haciendo versiones noveladas de episodios cinematográficos o televisivos de franquicias de la ciencia ficción como Star Wars, Star Trek o Alien, por nombrar algunas.

Dicho esto, este autor también ha creado sus propias sagas de ciencia ficción y de fantasía... y alguno que otro trabajo individual como el que ocupa este artículo.

El planeta Quoziene es el hogar de los Quozl, una especie humanoide, que recordaría al pariente evolucionado de una liebre o un lémur, de cruenta y sangrienta historia de guerra y carnicería motivada por presiones demográficas, pues el apetito sexual de los Quozli es constante e insaciable.

El paso de los siglos les ha permitido sobrevivir a su barbarie, sublimando y sofisticando sus impulsos violentos para canalizarlos de manera no destructiva, en mil y un rituales, filosofía y formas de arte. Su ciencia y ciertamente su medicina les han permitido atenuar los efectos de su crecimiento poblacional, pero sólo hasta cierto punto;  ese mismo crecimiento no del todo controlado ha impulsado el viaje a las estrellas en astronaves de salida anual... y no todas ellas han tenido éxito o encontrado un "buen" planeta; algo que los viajeros saben de sobra antes embarcar en un viaje largo, que ha de durar no menos de seis generaciones y cuyos pasajeros iniciales saben que no verán como concluirá.

He aquí que la nave Secuenciador, en la que comienza el relato, se aproxima al término de su viaje y vislumbra ya su destino, el bellísimo y fértil planeta Shiraz, tercero en distancia al sol local. Un mundo de escasos continentes y abundantísimo en agua... y que, para estupor de los viajeros, ya se encuentra habitado por una especie bárbara, pendenciera y primitiva, al punto de tener tribus involucradas en algo impensable para los Quozl de estos días: la guerra a escala global.

Los imperativos de la misión prevalecen, sin embargo, y la nave desciende, enterrándose y ocultándose bajo las montañas del hemisferio norte, en una región remota con el curioso nombre de Idaho.

Es ocultos en sus galerías subterráneas (en constante expansión) que los Quozl pretenden esperar el paso de los siglos, en la esperanza de que los habitantes locales maduren lo suficiente como para intentar el primer contacto sin consecuencias desastrosas para una u otra especie.

Pero la historia, ya se sabe, a menudo la hacen los que se arriesgan. Dos individuos jóvenes, inusuales para sus respectivas sociedades, serán lo que precipitará el encuentro de mundos antes de lo previsto por los jerarcas Quozl...

...pero de maneras que los habitantes del autodenominado planeta Tierra no pueden prever o siquiera impedir, pues los Quozl, pacíficos, colaborativos y amistosos son además una civilización mucho más sofisticada que la terrestre; han aprendido a canalizar sus impulsos violentos en mil y un rituales, filosofía y formas de arte, que a los terrestres les van a resultar perturbadoramente seductoras e irresistibles...


La ciencia ficción tiende a presentar el tema de la invasión y colonización extraterrestre como un asunto en general militar y rara vez cultural. Esta novela, escrita en un tono cómico y liviano, nos permite observar el fenómeno desde la perspectiva plácida, deliberada e inexorable de los Quozl, dejándonos de paso algunas lecciones cándidas y lúcidas acerca de nuestras "sofisticadas" culturas y civilizaciones.

Una excelente novela de ciencia ficción, recomendada especialmente a quienes temen la llegada militarizada de los extraterrestres, olvidando que el arte de la guerra en su forma más sublime es "vencer al enemigo sin tener que derrotarlo"...

2 comentarios:

  1. ¡Me ha intrigado! Ya me lo he comprado...

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    1. Es original, por decir lo menos. Ya me cuentas qué te pareció.

      [INCANUS]

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