Pese a tener bastante material pendiente o disponible para leer, de vez en cuando tiendo a volver a algunos libros que dejaron impresión honda o de los que gusto mucho. Es el caso de la colección Las aventuras del capitán Alatriste, escrita por el novelista español Arturo Pérez-Reverte.
Esta segunda lectura de El capitán Alatriste, primer volumen de la serie, me ha permitido fijarme en algunos detalles más bien sociológicos observados en ese Madrid del siglo XVII, en el Siglo de Oro español, que paso a compartir con ustedes:
- Las gentes, en vez de tweets, escribía poemas anónimos que luego circulaban según si eran certeros o de calidad.
- El toreo era una fiesta universal: para todos y todas.
- En general, el pueblo llano era pobre, generoso, honesto, trabajador y leal; en su mayoría, la nobleza, las autoridades (Iglesia y Estado) y la burocracia... no.
- La mujer era libre de respirar... y poco más.
- Al soldado, en activo o veterano retirado, rico o sobretodo pobre, su honra le valía la vida.
- Los artistas de renombre, especialmente en las letras, eran venerados, queridos y respetados por las gentes.
- Los artistas, entre sí, en público y en privado, alternaban la admiración y el respeto con la envidia y el escarnio; para los medios de comunicación, véase el primer apunte.
- Las autoridades comerciaban, acordaban, traicionaban y robaban; discretamente o a plena vista, según les plugía.
La naturaleza humana y nuestras instituciones, ya se ve, siguen siendo más o menos las mismas y los cambios (que los hay) avanzan más bien lento.
Espero escribirles pronto con un tema algo más festivo que esta constatación de que, mirando la historia, cuesta encontrar algo nuevo bajo el sol...
Una de las conclusiones recurrentes de Reverte en sus artículos de opinión suele ser precisamente esa: cuesta encontrar algo nuevo bajo el sol. En lo que toca a España; seguimos siendo un pueblo de gobernantes mentirosos, ladrones y egoístas y ciudadanos de a pie pobres y más bien analfabetos.
ResponderEliminarFrancisco:
EliminarMal puedo hablar de España, siendo chileno y conociendo España sólo como turista, pero, en efecto, en todas partes se cuecen habas, hoy no menos que antes... y Chile no es la excepción.
Me parece, sí, que la corruptela y la estulticia está en cotas más moderadas en mi país que en otros lares, pero eso no es consuelo para la gente honesta, trabajadora y generosa; que en Chile la hay y en España también, no lo dudo.
Animo y adelante, que la si no cejamos en limpiar la fruta podrida, el resto no ha de desmerecer ni mucho menos lucir.
Saludos,
[INCANUS]