Las luces de la ciudad se ven preciosas desde la altura: de colores, blancas, parpadeando con el calor del aire.
A ella le encantaban las luces y a veces veníamos aquí nada más que para ver el espectáculo.
Aunque pronto estaremos juntos, sé que el manejo por la cuesta nunca más será lo mismo.
Tuvo un accidente durante el viaje y me dicen que perdió la vista.
Así que yo veo, entre mis lágrimas, todas las luces que ella ya no volverá a ver.
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Este es el cuarto de 4 microcuentos que envié para participar en la versión XIV del concurso literario Santiago en 100 palabras. Espero que los hayan disfrutado.
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