Concluida mi lectura de "Crónicas marcianas" (The Martian Chronicles) de Ray Bradbury he refrescado mis recuerdos de este pedazo de la historia de la literatura de la ciencia ficción. Por cierto: esta reseña estaba lista hace 3 meses, pero por tonterías de mi editor de blogger para android no la publiqué correctamente.
Bradbury nunca fue un escritor de ciencia ficción "dura" o "pura", ni mucho menos de largas novelas. Lo suyo eran los cuentos cortos, con algunos elementos de sci-fi y mucho más argumento, sentimiento y cierta sensibilidad que en general suele estar ausente del género.
"Crónicas marcianas" es un ejemplo perfecto de todo ello.
Estructurado en 3 ciclos de relatos, con poca o ninguna continuidad de personajes, asistimos a la colonización terrestre del planeta Marte, con las habituales estupideces humanas de tales emprendimientos, que el autor retrata con un humor que a veces llega a ser despiadado.
Veremos así primero la decadencia de la cultura marciana: una civilización muy tenuemente tecnológica y pacífica (pero no pasiva) y que acabará diezmada primero y arrasada luego por la ambición humana.
Luego, en etapas posteriores de la colonización, podremos disfrutar (o no) con las viscitudes de los colonos, tan entusiastas, desencaminados y a veces afortunados como llegan a serlo personas que tratan de crear o re crear espacios y vivencias propias... en un lugar tan ajeno como puede serlo Marte.
Por último, como la Tierra está en problemas que de ciencia ficción tienen muy poco (por desgracia), los colonos abandonan Marte y el planeta rojo queda sumido en un silencio casi absoluto.
En medio de esta tranquilidad comienzan a escucharse unas tenues notas de cordura y locura que terminan con el relato pero no con su historia...
Pocos libros me han dejado una impresión tan nítida de los límites y limitaciones de nuestro así llamado "progreso tecnológico", especialmente cuando ese progreso tiene mucho más de material y minoritario que otra cosa. Conservo de su lectura un sano escepticismo a las soluciones "mágicas" a los problemas, especialmente cuando esas soluciones pasan por instalar primero máquinas y solo muy tardíamente por trabajar con personas.
Es una lectura fundamental, ciertamente para los que gustan del género y especialmente para la gente que dice no gusta de la ciencia ficción.
Bradbury nunca fue un escritor de ciencia ficción "dura" o "pura", ni mucho menos de largas novelas. Lo suyo eran los cuentos cortos, con algunos elementos de sci-fi y mucho más argumento, sentimiento y cierta sensibilidad que en general suele estar ausente del género.
"Crónicas marcianas" es un ejemplo perfecto de todo ello.
Estructurado en 3 ciclos de relatos, con poca o ninguna continuidad de personajes, asistimos a la colonización terrestre del planeta Marte, con las habituales estupideces humanas de tales emprendimientos, que el autor retrata con un humor que a veces llega a ser despiadado.
Veremos así primero la decadencia de la cultura marciana: una civilización muy tenuemente tecnológica y pacífica (pero no pasiva) y que acabará diezmada primero y arrasada luego por la ambición humana.
Luego, en etapas posteriores de la colonización, podremos disfrutar (o no) con las viscitudes de los colonos, tan entusiastas, desencaminados y a veces afortunados como llegan a serlo personas que tratan de crear o re crear espacios y vivencias propias... en un lugar tan ajeno como puede serlo Marte.
Por último, como la Tierra está en problemas que de ciencia ficción tienen muy poco (por desgracia), los colonos abandonan Marte y el planeta rojo queda sumido en un silencio casi absoluto.
En medio de esta tranquilidad comienzan a escucharse unas tenues notas de cordura y locura que terminan con el relato pero no con su historia...
Pocos libros me han dejado una impresión tan nítida de los límites y limitaciones de nuestro así llamado "progreso tecnológico", especialmente cuando ese progreso tiene mucho más de material y minoritario que otra cosa. Conservo de su lectura un sano escepticismo a las soluciones "mágicas" a los problemas, especialmente cuando esas soluciones pasan por instalar primero máquinas y solo muy tardíamente por trabajar con personas.
Es una lectura fundamental, ciertamente para los que gustan del género y especialmente para la gente que dice no gusta de la ciencia ficción.