sábado, 19 de septiembre de 2020

Cuernos: con el diablo por dentro

Paso ahora a reseñar la novela "Cuernos" (Horns) del autor estadounidense Joe Hill.

En "Cuernos" nos vemos introducidos a la vida de Ig Perrish, un hombre de veintiseis años que, tras una borrachera de tantas, se despierta en medio del bosque con un par de cuernos que le están naciendo de la frente.

Ig no sale de su asombro ni (dicho sea) fastidio ya que las cosas no han salido bien últimamente para él; todo el pueblo de Gideon (New Hampshire) le considera culpable de facto de la muerte de su novia, crimen que él no cometió. Ni siquiera su familia lo exonera del todo ni confía en él, por lo que se le trata de persona non grata a paria, dependiendo de con quién tiene que alternar.

Todo eso, sin embargo, va a cambiar rápidamente ya que, ahora que tiene cuernos, las personas que se encuentran con Ig son espontáneamente honestos y empiezan a revelarle secretos que no sólo le abren perspectivas inesperadas de sus vidas sino que comienzan a mostrarle a Ig que no todo lo que el pensaba que pasó con su novia muerta fue como él creía... y que la vida en su pueblito es mucho menos tranquila de lo que él sospechaba.

En busca de respuestas y movido crecientemente por un deseo devorador de venganza, Ig iniciará un periplo ruinoso por una senda cada vez más extraña en la que, a la par que empieza a desarrollar poderes diabólicos, irá viendo que incluso su pasado y recuerdos están inexorablemente ligados a los sucesos (mundanos y no tanto) del pequeño pueblo en el que ha crecido, confirmando hasta las heces aquello de "pueblo chico, infierno grande".

Estamos frente a un relato poco lineal, que deriva de lo costumbrista a lo fantástico y al horror gótico casi sin fisuras, lo que sin duda será del gusto de los lectores de narrativa, digamos, poco convencional. De hecho, Joe Hill es el nom de plume de Joseph Hillstrom King, hijo de Stephen King y se puede decir que, felizmente, en este caso la fruta no ha caído lejos del árbol ya que, aunque por tema y estilo el autor no se parece a su padre, sí que mantiene algunas "marcas de la casa": un muy buen desarrollo de personajes, una prosa envolvente y devoradora pero, por sobre todo, una forma de narrar que consiguen que el interés del lector y la tensión no decaigan, por extraños o familiares que sean los sucesos narrados.

Un  más que recomendable relato de horror, especialmente para los que a veces creen, que en la comedia moral del diablo, el demonio es más anti héroe que villano...