Hace más de 6 meses que la aventura conversacional domina los artículos publicados en el blog. Volvemos, pues, a las reseñas literarias que son también parte importante de nuestro contenido. Así, en esta oportunidad comentaré la novela "El diablo me obligó" del fallecido autor mexicano Francisco Gerardo Haghenbeck.
El comienzo de la narración nos lleva a los agitados barrios del East End en Los Ángeles, California. Este ambiente, pleno de delincuencia y peligro, es el escogido por Elvis Infante para ganarse la vida, usando su experiencia como ex-convicto y ex-soldado en el día a día de una bodega, donde comercia con artículos esotéricos (y no tanto) para su clientela.
Elvis adquiere la mayoría de esos objetos de segunda mano, comprando y vendiendo sin demasiadas preguntas, como suele ocurrir en estos negocios informales cuando no derechamente ilegales.
Para otros de esos "artículos", en cambio, Elvis tiene que echar mano de todo lo que aprendió y vivió en el frente de combate y tras las rejas, ya que como "diablero" se dedica a la caza y captura de demonios, ángeles caídos y toda la gama de criaturas sobrenaturales que se mueven entre las luces y las sombras, en los caminos sinuosos que van del cielo a la tierra... o al infierno.
El negocio es extraordinariamente lucrativo y participan en él, aparte de los "diableros", toda clase de sicarios, mafiosos, soldados, autoridades de gobierno y miembros del clero de varias iglesias: todos quieren un "pedazo" y los motivos o necesidades de los clientes de Elvis son tan variados como lo es la naturaleza humana, que no sale demasiado bien parada en este relato.
Es en medio de estos riesgosos manejos que llegará a manos de Elvis un encargo que involucra un secuestro y una posesión demoníaca: nada demasiado nuevo, en principio, para el protagonista. Sin embargo, conforme se adentre en el caso, el asunto se volverá cada vez más oscuro y retorcido, incluso para un "diablero" tan curtido como Elvis.
Las cosas se complicarán para el protagonista y pronto se verá luchando por su vida, su cordura y, como nunca antes, por su propia alma.
Estamos frente a un relato que, fantasía o demonología aparte, resulta bastante realista y crudo, especialmente por la gama de personajes que van incorporándose a la narración: algunos son muy típicos (al punto del estereotipo) de un relato criminal y otros son más normales, casi cotidianos. Todos ellos, Elvis incluído, comparten cierta desesperación, un ansia y deseo a veces relacionados con la oscuridad del "negocio", aunque a ratos se vislumbran esas pequeñas debilidades y fortalezas que todos compartimos: ese complejo equilibrio entre nuestra naturaleza animal y esa supuesta inteligencia a la que creemos ser acreedores todos los seres humanos.
Dicho esto, la narración resulta amena y absorbente, quedando el lector prontamente fascinado tanto por los extraños acontecimientos del relato como por la gama de personajes que los protagonizan, a cual más pintoresco. Hay no pocos momentos de acción y tambien una suerte de humor fatalista que no suele abundar en relatos del hampa (o de demonios, vaya).
Una ficción más que recomendable para adentrarse en un mundo donde la oscuridad y la maldad humana supera a veces lo que uno cree que solamente podría salir del infierno...