La acción nos sitúa en el barrio de Harlem en 1924, en la ciudad de New York. Por aquél entonces, la "gran manzana" no es todavía la megápolis multicultural de nuestros tiempos... pero, para los estándares de la época, comienza a serlo, o así: el racismo y el desprecio por las minorías no anglosajonas son rampantes y la gente que no es blanca es mal vista o derechamente hostilizada según en qué partes de la ciudad y en qué horas anden. La policía no escapa a ello y la brutalidad, la corrupción y la falta de debido proceso son pan de cada día.
Es en ese mundo que el protagonista, Tommy Tesler malvive en base a trapicheos, contrabando y pequeñas estafas con lo sobrenatural, cosa que a Tommy le consta que existen y son tan reales como el desprecio que recibe a diario: él se limita a comerciar con ello, cuidando de mantener sus manos (y su cordura) todo lo intactas que sea posible.
Tommy entra en contacto con Robert Suydam, un millonario recluso con un conocimiento algo más que casual de los Grandes Antiguos, tanto así que se ha convertido en objeto de interés de la policía y de un ayudante que recuerda poderosamente al autor del cuento original. Oliendo la posibilidad de cuantiosos beneficios monetarios, Tommy se prestará a hacer tratos con el ricachón... y en el curso de sus pesquisas terminará por involucrarse más de lo habitual en "el negocio".
Y ay del que se cruce en el camino de Tommy cuando descubra que ya no necesita temer ni a la policía ni a nada en este mundo.
¿Es este el típico relato de los Mitos de Cthulhu? Sí y no...
El lector que guste de este sub género del horror literario encontrará en este las claves habituales de estos cuentos: lo cotidiano mezclado con lo imposible, la indiferencia y la ignorancia a la par de la erudición, la ambición y el hibris llevados a su extremo de horror al enfrentarse a lo insondable de los poderes y criaturas que deambulan en este universo compartido.
Sin embargo, la mayor parte del relato es la ambientación de una época que para el autor están fuera de su experiencia personal (acaso de sus bisabuelos): las luces, sombras, texturas, detalles y ritmos de una ciudad pujante, que comenzaba a perfilar su identidad en medio de una barbarie apenas disfrazada de civilización, con personas (que no personajes) que se nos presentan como reales, con problemas y sueños en los que la magia y la debacle que pueden traer son apenas un detalle. El relato de horror queda, entonces, subsumido y casi eclipsado dentro de la vivencia (literaria, pero vicencia al fin) de un mundo mucho más grande y complejo.
Un libro breve pero por ello muy recomendable para los que gustan del relato de horror bien construido y si el lector es de los que dice que los relatos de Cthulhu son demasiado simples, entonces este libro va doblemente recomendado.
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