La autobiografía, en cuanto a ensayo literario, no suele ser frecuentemente visitada en este blog, salvo por temas de interés más bien personal de quien esto escribe.
En esta oportunidad, me remito a la reseña de un libro particularmente significativo por consideraciones puramente vivenciales: "Yo conozco ese lugar" del músico argentino Zeta Bosio, miembro fundador del grupo de rock "Soda Stereo".
Comenzaré señalando que la prosa de Zeta es sencilla y sin grandes florituras literarias; por lo mismo, auténtica, fresca, ausente de toda grandilocuencia o falsa pretención: grato contraste al compararla con lo "producido" por quienes incursionan de manera más bien mercenaria en la palabra escrita.
El relato comienza con los orígenes inmigrantes de la familia del autor y su infancia en Buenos Aires: sus juegos y su temprano contacto con la música de "The Beatles", que lo llevará a aprender a tocar el bajo eléctrico.
Luego vendrá la narración de su juventud, donde continuará siempre con su interés musical, aprendiendo, practicando y formando bandas que irán aumentando su acervo instrumental y artístico.
Cumplido el servicio militar en la armada, que le permitirá viajar y conocer el mundo, entrará a la carrera de publicidad de la Universidad de El Salvador, siempre ligado a la música mediante la banda "The Morgan". Es en esta etapa que conocerá a Gustavo Cerati y luego a Charly Alberti, con quienes eventualmente conformarán "Soda Stereo".
Se inicia así la etapa central (y más abundante) del libro, donde conoceremos el periplo del grupo, desde sus inicios y búsqueda de un sonido propio, para luego asistir a la creación de cada uno de sus álbumes: un proceso largo, trabajoso y lleno de anécdotas, cruzado por la amistad de estos músicos pero también por la creciente dificultad de su relación.
Sobre este particular, Bosio en ningún momento esquiva el tema como tampoco oculta su cariño por sus compañeros, así como su admiración y a la vez rencor por Gustavo, ciertamente la figura artística y creativamente más destacada y carísmatica del grupo, pero una persona no exenta de egoismos o vanidades, acrecentados por el temperamento mercurial ("es un artista", dirá alguien) de Cerati, elementos todos que determinan una continua fuente de problemas de conviencia y desgaste para la agrupación.
Sabremos así de los goces, dolores y trabajos del autor, cuya vida personal tampoco ha sido un lecho de rosas, un aspecto que la farándula o el fan casual prefieren ignorar; los artistas no son arte y sus posibles creativos están inmersos en la misma cotidianeidad y fragilidad humana que todos compartimos.
El libro se hace cargo de aquello y para quien, como yo, creció escuchando "Soda Stereo", es a la postre una narración fascinante, que permite conocer plenamente, en la voz cándida y sincera de Zeta, el trasfondo de una de mis bandas favoritas, que en los hechos cambió para siempre la escena musical latinoamericana.
Yo los sigo escuchando con gusto.
Lectura sumamente recomendable para quienes quieran conocer un capítulo esencial de la música popular en la Latinoamérica de fines de siglo XX. Ahora bien, si usted es chileno o argentino y vivió su juventud en los años 80, este libro va doblemente recomendado.
Gracias Sebastian , me gusta mucho Soda y leere el libro ahora!
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