Stephen King, autor norteamericano ya citado en este blog, tiene a su haber una cantidad importante de relatos, siendo la mayoría de su producción dedicada al horror cuando no al suspenso; ha incursionado también en otros géneros y cuando lo hace suele ser tan contundente y exitoso como con el resto de su literatura habitual.
Por otra parte, la mayoría de sus novelas, no siendo cortas, se despachan en seguida ya que son de duración razonable y lectura amena. Sin embargo, el autor no es averso a los relatos largos y trabajos como "Eso" ("It"), "La danza de la muerte" ("The Stand") o "El cazador de sueños" ("Dreamcatcher") nos muestran a King dando rienda suelta a su estilo particular con una prosa mucho más extendida (y extensa).
En esta ocasión comentaré la novela "22/11/63" ("11/22/63"), un relato que precisamente no es de horror y que pertenece a la obra "larga" del autor.
La narracción comienza el año 2011, en la localidad de Lisbon Falls, Maine, en cuya escuela Jake Epping es profesor de inglés, labor que complementa con clases nocturnas para adultos.
Uno de estos alumnos mayores escribe un ensayo biográfico tan estremecedor que remecerá el ánimo del protagonista, ya maltrecho por un divorcio reciente. Poco después, al enterarse de la muerte anunciada (por cáncer) de su amigo Al Templeton, decide acudir a una cita en el restaurante local del deshauciado, donde se topará con lo imposible: un pasadizo temporal, al fondo de una bodega, que le traslada a las 11:58 del 9 de septiembre de 1958. Más aún, no importando el paso del tiempo en el pasado, al regresar al presente sólo han transcurrido acaso dos minutos... y si se repite el viaje al pasado, cualquier cambio hecho desde el "salto temporal" previo desaparecerá, quedando la historia intacta.
El señor Templeton quiere evitar que Lee Harvey Oswald asesine al presidente Kennedy en noviembre de 1963 pero su salud no le permitirá sobrevivir a la empresa; Jake, por su parte, desea escapar de su triste presente e intentar, magnicidio aparte, mejorar las vidas de algunas personas cercanas a su amigo o a él mismo.
Premunido de documentación y medios económicos proporcionados por Al, el protagonista viajará al pasado, insertándose en los hechos y las costumbres de la época, cosa que para su estupor no le resulta ingrata: encontrará así, mientras avanza en su misión, la plenitud de su vocación en la enseñanza e incluso el amor junto a Sadie Dunhill, una joven bibliotecaria de un poblado de Texas.
Afrontará, sin embargo, no pocas dificultades: la documentación de Templeton es extensa pero no omniciente y las acciones de Jake, bajo el alias de George Amberson, deben por fuerza ser discretas si no desea echar a perder su periplo temporal. Por otra parte, el pasado no es fácil de alterar: se resiste en formas muy extrañas y los cambios que el protagonista hará tendrán consecuencias insospechadas, tanto más profundas según lo trascendente de las modificaciones.
Como es habitual en las novelas de King, el relato avanza con mucha parsimonia, dedicando una parte no menor al desarrollo de los personajes y el entorno en que se mueven: la narracción toma por momentos un tono costumbrista muy plácido, alternado con los escabrosos problemas y objetivos que de hecho mueven a Jake a querer cambiar la historia, no importando ni entendiendo cabalmente el costo que ello pueda tener: para sí mismo o para los demás.
Tal como ocurre con la película "Volver al futuro" ("Back To The Future"), el viaje en el tiempo, así como las posibilidades y peligros de cambiar la historia, son elementos que mueven la trama pero que a la postre sólo ocupan un lugar de marco general: las vidas de los personajes, sus penas, alegrías y trabajos, de habitual ajenos a los grandes acontecimientos de la historia, son en definitiva lo más importante del relato. Es en estas "pequeñas" cosas donde el autor luce todo su talento, capturando nuestra atención e interés como suele hacerlo, lento al principio pero en forma rotunda, hasta conseguir que la narración nos sumerja en la cotidianidad de sus personajes. Una vida que es sencilla, frágil y que pese a ello no puede torcerse sin pagar un precio; esa condición humana que no ha de cambiar en ningún tiempo y que reluce (o proyecta sombras) en ésta y todas las novelas de King.
Para los que gustan de la obra de Stephen King este relato será de todo su gusto, por larga que resulte (o puede que no) su lectura.
No es realmente un relato de costumbrismo, o de ciencia ficción, ni tampoco una intriga o un romance, pero quienes sean aficionados a cualquiera de esos tipos de literatura disfrutarán lo suyo con esta novela que, como es habitual en el autor, de cuando en cuando hará pasar al lector por momentos más bien inquietantes.
Una muy recomendable y estupenda montaña rusa narrativa, que nos entretendrá, emocionará y nos hará preguntarnos por qué se nos ocurrió subirnos a su lectura, tan despreocupadamente...
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