Para no perder la costumbre, retomo la sección de reseñas literarias del blog, comentando la novela "The Open Range Men" del autor estadounidense Lauran Paine.
El género del western es uno de los menos visitados en este blog y a la fecha de hecho sólo había leido relatos que se mezclaban con fantasía y horror: tal es el caso de la serie "La Torre Oscura" (The Dark Tower) del también estadounidense Stephen King, aquí revisada, y que es por cierto uno de los mejores ejemplos del así llamado subgénero del Weird West.
He visto, claro está, alguna película del tema, pero nunca me atrajo como ficción literaria, pensando que se trataría de relatos más bien simples y acaso repetitivos en su planteo.
Sin embargo, a raíz de una serie de televisión, se despertó mi curiosidad y me decidí a acercarme a este tipo de narrativa, seleccionando una obra más realista que romántica y considerada como un buen ejemplo de la producción de este escritor.
El relato nos introduce a la vida cotidiana de "Boss" Spearman que junto a otros tres vaqueros conduce su ganado por las Grandes Llanuras de los Estados Unidos. Es el suyo un estilo de crianza en decadencia, ya que los animales están siendo ahora criados en ranchos y son pocos los que, como él, realizan los largos viajes de travesía para la engorda y luego venta de las reses, único capital de estas gentes, aparte los inevitables caballos y sus arreos.
Los rancheros, por su parte, ven con malos ojos este modus vivendi itinerante, por lo que "Boss" y los suyos en general tienen un pasar difícil, recibidos y tratados habitualmente con frialdad cuando no hostilidad por doquiera que pasan.
Hete aquí que Denton Baxter es un poderoso terrateniente local de Harmonville, el último pueblo que Spearman y su equipo acaban de dejar atrás. Baxter detesta que crucen sus tierras y su odio es tal que pronto "Boss" y su gente comenzarán a ser acosados repetidamente y de maneras cada vez más violentas, pues nada ni nadie está fuera del alcance de Denton, que mediante la fuerza y el dinero ha comprado las voluntades y hasta la ley del lugar.
La tragedia no tardará en producirse pero, lejos de amilanarse, Spearman decide tomar el camino de la revancha, pues los lazos que se forjan entre los que trabajan en las praderas son tanto o más fuertes que los de la familia... y la sangre sólo puede lavarse con sangre.
Estamos fente a una narración basada mayormente, para mi sorpresa, en la dinámica de los personajes, donde el diálogo importa no menos que el desarrollo de los acontecimientos: hay secuencias de acción, sí, pero el autor nos conduce a ellas muy gradualmente, cuidando de situarnos debidamente en el entorno pero sobre todo en los protagonistas que guían el relato.
El paisaje, el clima y las dificultades que plantean son una parte importante y hasta determinante de la historia y su devenir, pero sólo como escenario para los hechos de los personajes y el choque o encuentro de sus voluntades: no todo es inquina o agresión y hay espacio también en los sucesos para la amistad, la lealtad y la generosidad; las cosas hermosas y hasta nobles del ser humano, que a veces se pierden de vista en el fárrago tan propio de novelas que (supuestamente) son más de acción que de otra cosa.
He quedado, confieso, gratamente satisfecho con esta lectura, que además ha servido para derribar un montón de preconcepciones que yo tenía de este tipo de literatura.
Como en cualquier género, han de haber muchos libros de dudosa calidad y que no son sino iteraciones de una pocas historias seminales. Sin embargo, descubro que el relato de western, cuando se hace bien, no sólo es entretenido sino que puede ser tan envolvente como otros tipos de ficción.
Para bien disfrutar, en definitiva, es cuestión de saber buscar: igual que ocurre con todo lo que se publica, por lo demás.
Una lectura muy recomendable, especialmente si al lector nunca le ha gustado que le vengan con una de vaqueros...
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