sábado, 12 de marzo de 2022

Esto te va a doler: primero no hacer daño no aplica al doctor

En general, en este blog no he escrito reseñas sobre temas vocacionales, salvo lo referido a la autoría de ficción interactiva. En efecto, aquella suele ser literatura más bien árida y no siempre de lectura grata o demasiado interesante: de hecho, cuando el lector aborda ese tipo de ensayo suele hacerlo precisamente desde el interés y experiencia personal, aspectos sumamente variables de un individuo a otro.

Sin embargo, el tema de la salud y su cuidado es, creo, suficientemente universal: en uno u otro momento todos hemos tenido que atendernos en centros médicos y (según los medios de cada uno) en particular en lo que se suele llamar el sistema de salud pública. La experiencia del paciente varía de un país a otro pues, como suele ocurrir con todo, el nivel de calidad de la atención así como los tiempos de espera van según los medios económicos de cada país... o eso se supone.

Todo eso desde el punto de vista del paciente, claro. Pero la otra cara de la moneda, las vicisitudes de los médicos, enfermeras y personal de atención primaria en general suele pasarse habitualmente por alto, como si ellos no fueran personas con sus propias dificultades, necesidades, fatigas y (sorpresa) problemas de salud.

Dicho eso, en esta ocasión voy a comentar el libro "Esto te va a doler" (This is Going To Hurt) del autor británico Adam Kay.

Actualmente Adam es humorista y escritor de guiones para cine y televisión, pero antes de eso ejerció la medicina como gineco obstetra. En su caso, esto quiere decir que su práctica profesional tuvo un paso obligado por el Sistema de Salud Nacional (NHS) británico, donde trabajó durante varios años.

La lectura nos llevará a asistir a los comienzos, el progreso y el avance de la práctica médica del autor, en base a una serie de breves anécdotas episódicas tomadas de un diario de registro profesional pero que, inevitablemente, se vuelve más y más personal a medida que el tiempo pasa y los rigores de su trabajo comienzan a pasarle la cuenta al joven doctor: en su cuerpo y en su mente.

Conoceremos así su ordalía con el sobretiempo, el abuso de sus superiores y de los pacientes, las dificultades kafkianas de requerimientos administrativos que la informática acrecienta en vez de resolver... y la lenta pero inexorable degradación de la vida personal de Adam, que sencillamente no puede con todo y tampoco tiene tiempo para nada fuera de su trabajo.

Aunque la prosa es de tono liviano, el lector no se ahorrará detalles más bien escabrosos de la especialidad médica del autor, donde no hay espacio para el error humano: hay vidas de por medio, máxime de niños por nacer, pero a los doctores y tratantes en general se les somete a exigencias de tiempo, resistencia y dedicación que ignoran o derechamente atropellan su condición humana, con toda su fragilidad e inevitable falibilidad.

Y es que los doctores son también personas, aunque esto resulte inconveniente para un sistema de salud y una opinión pública insensibles y desmedidos en sus expectativas, sazonado todo ello con la habitual estulticia demagógica de los políticos (pequeños sátrapas de nuestros tiempos) cuya contribución al problema es que existan menos recursos y mecanismos de soporte o alivio, lo que no hace más que empeorar las condiciones laborales de los tratantes.

Todo ello determinará el quebranto y finalmente el abandono de la profesión médica por parte de Adam: no por falta de vocación sino porque su espíritu ha quedado herido más allá de cualquier cura.

Será el tiempo, la calma y la perspectiva desde afuera lo que llevarán al autor a crear este libro, que en su país no pasó desapercibido, exponiendo una realidad que merecía ser gritada en la cara de cuantos preferían ignorarla o negarla.

A pesar de lo dicho, estamos frente a una lectura sumamente amena e interesante de principio a fin, escrita con mucho humor y no poca ironía, pero que es a la postre una loa al sacrificio y abnegación de quienes trabajan sin descanso y poco agradecimiento en esto que se ha dado en llamar "la salud", olvidando que para hacer esa masa es necesario moler trigo y hacer harina con los seres humanos que hacen posible que aquello funcione.

Lectura sumamente recomendable para todos quienes quieran saber más del tema de la salud pública, que no varía demasiado cuando se supone que sí existen los recursos y los medios: quiera el lector conocer este libro y luego mirar con otros ojos algo que todos damos por sentado, sin saber realmente cuánto vale ni todo lo que les cuesta a aquellos que prestan este servicio.

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