Descubro que este año he escrito muy pocas reseñas literarias o artículos sobre "literatura y letras en general" como reza en el encabezado de la página del blog: el dinamismo de la escena de la aventura conversacional y mi intento de reflejar eso en el blog ha dado lugar a una cierta desproporción de lo aventurero frente a lo literario, que no es en sí una mala cosa, pero que sin duda ha cambiado el tono de este blog.
No pretendo que la parte literaria del blog será de pronto más abundante meramente para balancear contenidos, pero la verdad es que, al menos en este 2022, es un aspecto que ha estado algo ausente.
Precisamente en busca de un poco más de equilibrio, traigo a relación en esta reseña la obra y enseñanzas de Confucio, celebrado pensador y filósofo chino. Si bien su vida fue más bien discreta, alternando entre trabajos de maestro, funcionario público menor y carpintero, su más importante legado es su trabajo de compilación y síntesis de las tradiciones de sabiduría de su país, ya que él mismo nunca pretendió ser el autor original de nada de cuanto profesó.
El confucianismo, cuyo valor y relevancia no desaparecen a más de 2.500 años de la muerte de su autor, es una filosofía espiritual que, aunque no siempre se practica como religión, tiene de hecho muchos seguidores o cultores de algunos de sus aspectos escenciales, cuyo fin último es lograr la armonía personal y social a partir del cuidado de las relaciones humanas... que se dice pronto.
Su principal obra publicada, las llamadas Analectas, es singularmente breve pero, como suele ocurrir con las obras maestras, de una sencillez y profundidad pasmosa: se trata de máximas y conversaciones de Confucio con sus discípulos en las que expone esos principios básicos que permiten ordenar y mantener las interacciones entre personas, siempre bajo la idea base de que en cualquier relación humana la parte superior tiene la obligación de protección y el rol inferior, de lealtad y respeto. Se atribuyen también a Confucio y sus discípulos los Cinco Clásicos, libros póstumos de recopilación doctrinaria del pensamiento del maestro.
Sería vano tratar de reunir en un sólo artículo una parte razonable del confucianismo, por lo que dejaré aquí algunas muestras que, por cuestiones personales y de contingencia, a mí me han hecho particular sentido:
- Aprender sin pensar es inútil. Pensar sin aprender, peligroso
- Cuando alguien pone el dedo en la llaga, sólo los necios piensan que lo importante es el dedo
- Cuando veas a un hombre bueno, trata de imitarlo; cuando veas a un hombre malo, examínate a ti mismo
- Debes tener siempre fría la cabeza, caliente el corazón y tendida la mano
- Donde hay educación, no hay distinción de clases
- Educa a tus hijos con un poco de hambre y un poco de frío
- El hombre que ha cometido un error y no lo corrige comete otro error mayor
- El silencio es un amigo que jamás traiciona
- En un país bien gobernado, la pobreza es algo que avergüenza. En un país mal gobernado, la riqueza es algo que avergüenza
- La mayor gloria no es permanecer de pie, sino levantarse cada vez que se cae
- La pereza camina tan lentamente que no ha de esforzarse mucho la pobreza para alcanzarla
- No hay cosa más fría que un consejo cuya aplicación sea imposible
- No son las malas hierbas las que ahogan la buena semilla, sino la negligencia del campesino
- No todos los hombres pueden ser ilustres, pero todos pueden ser buenos hombres
- Por muy lejos que el espíritu vaya, nunca irá más lejos que el corazón
- Si el hombre no tiene costumbre de preguntar, yo no puedo hacer nada por él
- Trabaja en impedir delitos para no necesitar castigos
No es más, esta modesta y leve ojeada al pensamiento de Confucio. Dejo al lector la posibilidad de ahondar más en esta filosofía, especialmente en estos tiempos en que un poco más de armonía social no nos vendría mal...
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