Por cosas de mi interés por la novela histórica y las aventuras de capa y espada, han caido en mis manos un par de libros del autor español José Javier Esparza ambientados en el así llamado Siglo de Oro español.
Son parte de la serie literaria en los que se narran episodios de la vida de don Julián Romero de Ibarrola, quien fuera soldado en los poderosos ejércitos de la corona ibérica, los afamados Tercios, que durante casi tres siglos fueron la fuerza militar suprema en Europa y América.
Aunque los hechos narrados corresponden a un periodo semejante a los de la colección Las aventuras del capitán Alatriste, antes comentada en este blog, el relato es bastante distinto al de las andanzas de Diego Alatriste y Tenorio, lo que ciertamente hace de esta lectura, a gusto de quien esto escribe, una experiencia de mucho provecho y disfrute.
Para empezar, las novelas están escritas a modo de autobiografía, con una prosa y lenguajes que ciertamente evocan el imaginario de aquellos tiempos, pero con un vocabulario asequible al lector actual. El tono, por otra parte, es mucho más personal, con la perspectiva de quien relata lo que ocurrió en su vida: desvaríos y precisiones, aciertos y errores, luces y sombras: en fin, lo que es de esperar de un relato subjetivo de hechos que sin embargo ocurrieron y que, historia aparte, son a la postre una ficción literaria, ya que don Julian jamás escribió sus memorias pues, en vida, estuvo ocupado en otros menesteres.
Es en este aspecto que el relato difiere (y no poco) con el de Alatriste, ya que si bien ambos protagonistas fueron soldados, la suerte de don Julian fue tanto más favorable, siempre al alero del ejército, en trato, servicio y confianza frecuente con "grandes del reyno".
Conoceremos así en "San Quintín" y "El tercio que nunca existió" los ires y venires de Romero, fuera y dentro de los campos de batalla, en su preparación y desenlace, con todos los rigores y esfuerzos de la vida del soldado español de aquellos tiempos, una vida de mucho riesgo y no siempre plena de recompensa o prebendas. Fue la suya, en cambio, una carrera militar siempre en ascenso, hasta llegar a los laureles de maestre de campo y caballero de Santiago, lejos del periplo progresivamente ruinoso de don Diego.
Sin embargo, nada de ello vino por casualidad o sin daño, que la gloria en batalla se ganaba (entonces y ahora) a costa de muchos sacrificios, pues muy pocos salían de esos lances vivos o con el cuerpo y el espíritu intactos. En palabras de don Julián:
Mi nombre es Julián Romero de Ibarrola y soy maestre de campo de los tercios del rey nuestro señor. Sirvo hoy con don Felipe II como ayer serví con su augusto padre, el césar Carlos. Queréis que os cuente mi historia y yo os diré que mi único mérito es haber salvado la piel donde otros dieron la vida.
No busquéis aquí epopeyas ni fantasías, que esto no es libro de caballerías, sino memoria fiel y seca de una vida de soldado. Todo cuanto hallaréis en estas páginas son hechos verídicos y ciertos, que bien sabido es que la milicia casa mal con la imaginación.
Para quienes gusten del relato histórico o de hechos marciales, se trata sin duda de lecturas que traerán muchas horas de entretenimiento y educación, pues en su correctísima ambientación el lector se asomará con mucho detalle (y sin ningún tedio) a una época de la que no se habla habitualmente, pues su recuerdo no es siempre feliz: en mi país se citará la Guerra de Arauco, con todo lo noble, bello, horrible y bajo que ahí se dió cita... de ambos lados, pues si aquí los Tercios fueron rudos, los nativos nunca quedaron a la saga....
...pero esa es otra historia.
De vuelta a nuestro presente, no me queda sino recomendar la lectura de estos magníficos libros, para que el lector quiera conocer y aprender de un trozo de la historia de España, de la voz de uno de sus protagonistas: una historia cuyos ecos se escuchan incluso en nuestros días, a uno y otro lado "del charco".
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