Dicho eso, quizá si por interés en la obra general de su autor o por curiosidad, he leído y disfrutado con "Los perros duros no bailan" del escritor español Arturo Pérez-Reverte, un habitual de este blog.
El relato es contado desde el punto de vista de Negro, un perro de pelea ya retirado, muy lejos de la "flor de la vida" y con facultades (físicas y mentales) que están comenzando a desaparecer. Quedan, sin embargo, la amistad y la lealtad con sus amigos, algo que el tiempo no borra ni desvanece en lo más mínimo.
Y es que la amistad y esa lealtad que conlleva son elementos absolutamente centrales de esta narración. En el pequeño mundo de esta ficción, en efecto tales cosas no tienen dobleces ni areas grises para los perros... ni hay tampoco dudas sobre las acciones que hay que llevar a cabo para preservarlas o castigarlas ante una falta.
Hete aquí que hace varios días se echa de menos a dos compañeros del barrio y nadie sabe nada de ellos. Como se sospecha de que hay algo raro y acaso oscuro de por medio, Negro inciará un periplo asarozo y audaz por la ciudad con un fin preciso: dar con sus amigos, rescatarlos de su presunta desgracia y vengarlos si es necesario.
A diferencia de lo que ocurre en la arriba citada "Colina...", Negro no podrá esquivar el mundo de los hombres pues es de hecho el suyo también, desde cachorro. Y lo es también de la mayoría de sus amigos, no necesariamente más afortunados por esa relación o su ausencia: el vínculo de los humanos con los perros no siempre es recíproco en lealtad y amistad, lo que en definitiva determina la mayor parte del tiempo la dicha y también la desgracia de los canes, en este relato y por cierto en nuestra realidad.
Negro no tendrá más remedio, entonces, que recorrer el mundo de los humanos, usando su olfato, su instinto e inteligencia, siempre en pos de las escazas pistas que lo llevarán hasta donde están sus compañeros perdidos, siguiendo un a camino a veces tortuoso, un itinerario entre las luces y sombras que proyectamos los otros animales, esos que andamos en dos pies.
¿Es este un relato recomendable para los amantes de los animales y de los perros en particular?
Si el lector es responsable con sus mascotas en lo que debe hacer y en como tratarlas, o al menos aspira a serlo, ciertamente es una narración de aventuras, curiosamente policial, muy interesante, entretenida y a ratos enternecedora, pues nos sumerge en el mundo de los perros y nos los muestra tal como son en verdad: puros, simples y actuando según eso; rara vez para el bien o provecho personal del can.
Por el contrario, si el lector no quiere saber ni desea enterarse de hasta qué punto somos responsables de la vida de estas bestias, lo mejor que puede hacer es no leer este libro y de hecho olvidarse de haber leido esta reseña: la ignorancia le será más cómoda.
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