Como comenté en otro artículo, he iniciado la lectura de una serie de relatos de misterio policíaco de un autor de mi país, por lo que ahora haré aquí una breve reseña.
Se trata de la serie de novelas de misterio "Detective Heredia", del escritor chileno Ramón Díaz Eterovic. El protagonista es un detective privado que vive en Santiago, resolviendo habitualmente casos y cosas menores, empezando el primer episodio, "La Ciudad está triste" en plena dictadura militar.
Los eventos relatados involucran personas y personajes que, cuando no son históricos, corresponden a hechos u organizaciones que sí formaban parte de la realidad de Chile en aquel entonces, por lo que a lectores que sean mis compatriotas puede que estas historias les hagan (como a mí) un eco un tanto especial, pues si bien se trata de ficción literaria, lo es a medias.
Respecto de esto último, declaro aquí que, simpatías políticas o ideológicas aparte, intentar a estas alturas negar el terrorismo de estado chileno de aquel tiempo retratado en estas novelas es, proverbialmente, tratar de tapar el sol con un dedo: el robo, los secuestros, la tortura, las desapariciones, los asesinatos y la mordaza a la justicia y los medios locales... incontables tropelías cometidas en nombre de la patria y la seguridad interior. Si el que yo escriba esto determina que algunos de mis lectores dejen de serlo, sepan que no voy a lamentarlo en demasía y tampoco voy a echarlos mucho de menos; en efecto, si van a juzgarme por, vamos a ver, "mi particular perspectiva", no tengo ningún problema en yo también emitir juicios como estos: viví en ese tiempo y mi memoria no es tan frágil, aunque la de otros sea más acomodaticia...
Heredia, pese a todo y a todos, intenta siempre resolver sus casos, obtenga o no justicia para sus clientes, por lo que no pocas veces ha de recurrir a sus aliados y amigos, fuera y dentro de la ley, para salir adelante con el pellejo no del todo intacto: es también, como tantos, víctima de la violencia represiva del estado, pero procura dar de lo que recibe y devolver la mano en la medida de sus posibilidades.
La prosa es amena, llena de humor e ironía. Los hechos son narrados en forma muy ágil y el autor aprovecha nuestro particular léxico, incluyendo modismos que, conforme avanza la serie, se vuelven menos anacrónicos y algo más modernos, ya que las novelas (que no suelen extenderse mucho) van dejando al poco andar el siglo XX y se adentran en nuestros tiempos, incluyendo nuestra zigzagueante y amañada transición a la democracia.
¿Son estas novelas recomendables para lectores que no sean chilenos?
Habiendo leído no pocos relatos de misterio policial escritos en el así llamado español neutro, puedo asegurar que, vocabulario aparte, la serie se lee con agrado e interés; los detalles de ambientación "a la chilena" no hacen sino darle gracia a estas historias sin restar nada a la experiencia de lectura para cualquier persona interesada en el género. El autor no cae, en todo caso, en la tentación de hacer relatos herméticos o acaso panfletarios y los libros pueden disfrutarse sin necesidad de estar recurriendo a textos de historia o a la censurada prensa de la época.
Recomiendo así estas novelas policíacas con elementos históricos, cuya relevancia es mucho mayor, desde (no sólo) mi punto de vista, que la de una narración de misterio genérica. Ahora bien, si el lector es de los que no quiere que le recuerden cómo era (y es) Chile en tiempos no demasiado lejanos, su lectura va doblemente recomendada.
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